1.200 metros cuadrados de cinta de riego, 35 agricultores y 4 talleres; bastaron para dar una segunda oportunidad a un material que tradicionalmente se descarta en la agricultura. Una innovadora idea de María Consuelo Pulgar, titulante de la Escuela de Diseño de la PUCV, que busca dar solución a una problemática que, a la fecha, aún no ha sido resuelta.
Enmarcada en la Estrategia Agroalimentaria de Quillota (EAQ) que lidera Centro Ceres, el taller “Plásticos en el riego” se alinea con su Plan de Acción 2023, el que este año ha puesto entre sus tareas apoyar el proyecto de título de María Consuelo Pulgar, la que ha tomado el desafío de investigar sobre los residuos desechados en la agricultura y, de esta manera, no sólo instalar nuevas capacidades entre las y los agricultores, sino también disminuir el efecto medioambiental que actualmente generan éstas en sus predios.
“Este proyecto surge por la necesidad que existe en la agricultura de generar una respuesta para los plásticos, dada la escasez hídrica. Vimos que la cinta de riego sigue en buen estado y que, además es de fácil acceso para los agricultores”, precisa la estudiante. Y es que, para ella, este escenario no es ajeno. De familia con una historia en la agricultura, Consuelo ha tenido la posibilidad de inmiscuirse en el mundo rural y hacer propia la reutilización de las cintas de riego, las que comúnmente se queman, entierran o amontonan. Desde ahí, un material que no tiene un destino definido de reciclaje con trazabilidad segura y, por tanto, termina convirtiéndose en basura.
El proyecto de Consuelo se enmarca en la mención de Diseño de Interacción y se desarrolla dentro de la línea de territorios y materiales. Como parte de su formación disciplinar, Consuelo investigó una problemática local e indagó en la experimentación con materiales y fabricación digital. Es así como, a través de un sistema de corte que permite separar los plásticos que componen las cintas de riego y el uso de matrices que permiten el tejido, María Consuelo propone la creación de dos interesantes productos. Ambos con el potencial de despertar la creatividad de las y los agricultores mediante una técnica que fácilmente pueden replicar en sus hogares y compartirlas con sus pares.
A corto plazo, Consuelo visualiza la producción de una máquina que facilite la limpieza de las cintas de riego, lo que a su vez incentive el reciclaje de ésta. A lo anterior, se suma el continuar colaborando con recicladoras locales, entregándoles herramientas y recibiendo retroalimentación de cómo devolver este material al sector productivo, para ella “es un proceso constante y de co-construir en base a lo que ellos necesitan, no es traerles la solución”, resalta.
Desde Centro Ceres, Andrea Flores, coordinadora de la EAQ, evalúa positivamente este tipo de iniciativas, relevando su aporte a la construcción de sistemas productivos sostenibles. Para la profesional, estas innovaciones “en la medida que instalen capacidades entre las y los agricultores para desarrollar acciones de reciclaje y reutilización de materiales que impactan negativamente el medioambiente, pero que su utilización es imprescindible” contribuirán con metodologías sostenibles la gestión de residuos en la agricultura.
Por su parte, los profesores de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV, Daniela Salgado y Leonardo Aravena, quienes guían el proyecto de Consuelo, manifiestan que “la propuesta es muy significativa, porque no se centra en un producto, sino en un sistema que favorece la transición a modos sostenibles de gestión y recuperación de residuos. Entre sus palabras, los profesionales destacan la vinculación del diseño con actores reales, abordando una problemática relevante que “involucra a pequeñas y pequeñas agricultoras, trabajando junto a ellos en las posibilidades de utilización y recuperación del material”.
“Con esta iniciativa, el agricultor ha aprendido que puede darle un doble uso a la cinta, que puede reciclarlo y hacer algo bonito, lo cual puede ser hasta utilizado para ventas en nuestro Mercado de Productos Limpios. Es importante que la pequeña agricultura reciba este tipo de alternativas para poder reciclar y así eliminar las malas prácticas”, concuerda Katherine Hernández, coordinadora del Programa de Desarrollo Local (PRODESAL) Quillota.
Prontamente, iniciará un nuevo ciclo de talleres en el Centro de Encuentro del Adulto Mayor (CEAM) de Quillota, gracias a la adjudicación del proyecto “Artesanos del descarte” que financia la Dirección de Vinculación con el Medio de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En éstos, Centro Ceres y la Escuela de Arquitectura y Diseño, buscan establecer una red de economía circular en la que, agricultores y adultos mayores, rescaten las cintas de riego y entreguen una nueva utilidad.