En el marco del proyecto CONICYT I+D Ciencia y Territorio 2019 “Estrategias de desarrollo intrapredial de compost activado y enriquecido con consorcios microbianos para la restauración de los suelos en sistemas agrícolas”, encabezado por el programa Restauración Biológica de Suelos (RBS) de centro Ceres y en colaboración con la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, se busca identicar y aislar la microbiología de los suelos para mejorar los procesos de compostaje de los sistemas agrícolas de la región de Valparaíso. Lo anterior, con el fin de promover iniciativas que utilicen la aplicación de consorcios microbianos como uno de los pilares hacia la transición de una agricultura sustentable.
Desde la antigüedad, los microorganismos han estado asociados a las plantas y los animales, otorgándoles múltiples beneficios en un equilibrio dinámico. Es así, como la Dra. Ana Aguilar, especialista en Ciencias Biológicas e investigadora del programa RBS ha desarrollado una línea de trabajo orientada a las funciones ecosistémicas de los consorcios microbianos en la agricultura sustentable.
“La microbiota en un sistema agrícola participa como un regulador de los procesos biogeoquímicos para mantener la fertilidad y salud de los suelos. Un ejemplo de ello es el caso de la translocación de los compuestos biologizados hacia los alimentos, cuya calidad nutricional será proporcional a la que los cultivos hayan podido encontrar en éste”, señaló la investigadora del programa RBS.
En un trabajo colaborativo con el Dr. Marco Nutti y la Dra. Gabriela Valdés quedará a futuro la publicación de un artículo científico, ha permitido que la Dra. Aguilar sostenga que a una mayor diversidad de microorganismos en el suelo, más amplia será la funcionalidad de éste, aumentando su resistencia al estrés, cobrando relevancia cuando se enfrenta al cambio climático.
“A la microbiología del suelo se le atañen funciones ecosistémicas fundamentales como la de descomposición, ciclado de nutrientes mirales, humificación de la materia orgánica, regulación de patógenos, degradación de contaminantes no xenobióticos, redudacción de gases con efecto invernadero, lo que afecta directamente a la productividad de los cultivos y la protección del medioambiente”, asevera la profesional.
Para poder beneficiarse de todo este potencial, la investigadora enfatiza en cuán importante es conocer la distribución y composición de las comunidades microbianas en los distintos territorios y escalas de tiempo. Lo anterior, permitiría predecir los cambios que se puedan generar en un escenario de cambio climático global, dado que el desconocimiento de éstos, a nivel de diversidad, culminarían en un gran impacto en la sustentabilidad ecosistémica y, por ende, en el bienestar humano.
En los sistemas de cultivo mediterráneos, como los de Chile central, el efecto de las distintas prácticas agrícolas incide directamente en la diversidad y estructura de bacterias y hongos funcionales del suelo, lo que ha sido poco investigado. Sin embargo, para la investigadora, dicho impacto cobra una alta relevancia cuando se busca reducir la contaminación ambiental, el déficit hídrico y mejorar el rendimiento de los cultivos mediante las funciones ecosistémicas que entregan los microorganismos. Una tarea que está encaminada hacia su comprensión e implicancias, gracias a la investigación que actualmente desarrolla junto al equipo de profesionales que la acompañan en el programa de Restauración Biológica de Suelos.