Por programa RBS

Aún son muchos los sistemas agrícolas de la región mediterránea de Chile que no consideran al suelo como un organismo vivo, lo que se ve expresado en los intensos laboreos; las quemas de restos vegetales; el uso de fertilizantes solubles, herbicidas, fungicidas y productos fitosanitarios; entre otros, lo que sigue generado importantes grados de desvitalización en los procesos biológicos como también pérdida de los contenidos materia orgánica y humus de los suelos.


Por mal camino global, por buen camino local
            Durante,2018, según estimó la FAO (Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el uso de fertilizantes habría aumentado por encima de los 200,5 millones de toneladas en 2018, un 25 % más que el registrado en 2008”,  lo que ha redundado en la contaminación de las aguas subterráneas en casi todos los países desarrollados y, cada vez más, en muchos países en desarrollo.
            En Chile, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en su balance anual 2016 dio origen al “Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación, la Degradación de las Tierras y la Sequía (PANCD-Chile) 2016 – 2030 bajo el compromiso adoptado durante 2007 en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD).
            En dicho documento, se estableció que el suelo degradado corresponde a aquel que ha perdido carga orgánica y que, principalmente, ha sido destruido por la forma de utilización que evita la reposición de la materia. Entre ellos, se destaca la intensidad de la agricultura convencional, cuyas altas aplicaciones de fertilizantes y pesticidas, el tráfico de maquinaria y el laboreo han repercutido en los suelos del país.

Lo anterior, se contrapone con lo dicho por los científicos PhD Marco Nutti y Rattam Llal, investigadores que visitaron centro Ceres durante 2019, quienes afirmaron que para mantener los ciclados de los nutrientes minerales y una buena condición biológica no debe bajar del 3,5%.

En los últimos años en la Región de Valparaíso, la práctica “Aplicación de compost” ha alcanzado cerca del 70% de los incentivos del Programa SAG (Servicio Agrícola y Ganadero) e INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) del “Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios SIRSD-D”, lo que evidencia la importancia de esta enmienda agrícola en la transición a sistemas sostenibles.

De esta manera, en el marco del V Concurso de Fortalecimiento de Centro Regionales de proyectos de I+D Ciencia – Territorio 2019, el programa Restauración Biológica de Suelos (RBS) de centro Ceres se adjudicó la iniciativa “Estrategias de desarrollo intrapredial de compost activado y enriquecido con consorcios microbianos para la restauración de los suelos en sistemas agrícolas”, investigación que viene a buscar una alternativa ecológica al perseguir, en colaboración con actores agrícolas,  el desarrollo de un compost de alta calidad húmica y enriquecido con microbiología local para mejorar los procesos de reciclaje de los residuos orgánicos e incorporar la innovación  del compostaje intrapredial, en el conjunto de las labores culturales en post a la revitalización de los suelos, como base de sistemas agrícolas fértiles y saludables.

Para nuestro programa RBS, este compost activado tendrá como efecto enriquecer la microbiología del suelo local, ya que el desarrollo de consorcios microbianos diversos es fundamental, dado que de manera natural estos microorganismos entregarían múltiples beneficios a los cultivos, entre ellos, la captación de nutrientes, de agua y protección ante enfermedades.

Nuestra investigación se está desarrollando en colaboración con tres sistemas agrícolas de la región, los que ya por muchos años no usan fertilizantes ni agroquímicos de síntesis en sus procesos productivos, logrando independizarse y conservar una rica diversidad de microorganismos que como programa esperamos poner en valor.

A su vez, este proyecto posee un importante componente social y ambiental, considerando en su primer año de estudio la selección de un consorcio microbiano compuesto de actinomicetos, hongos micorrícicos arbusculares (HMA) y PGPR, además de la co-construcción en la producción de compost intrapredial, a partir de procesos participativos que permitan identificar metodologías de elaboración y aplicación que han logrado la independencia en el uso de fertilizantes. Y finalmente, en su segunda etapa, espera desarrollar actividades de divulgación para implementar el abono activado y enriquecido, donde participarán agricultores beneficiarios de INDAP y del Programa de Desarrollo Local (PRODESAL), apuntando hacia una mejor fertilidad de los suelos.

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