En 5 talleres y con la guía de María Consuelo Pulgar, diseñadora de Interacción de la PUCV; socios del Centro de Encuentro del Adulto Mayor (CEAM) Hermano Miguel cursaron exitosamente las lecciones para aprender el arte de tejer cintas de riego. Un desafío que, tras finalizar, dio como resultado un sombreadero y una serie de canastos elaborados con un material descartado por la agricultura.
La iniciativa, enmarcada en el proyecto VcM 2023 “Artesanos del descarte: talleres de reutilización de cintas de riego agrícola en desuso orientados a adultos mayores de la comuna de Quillota”, corresponde a una propuesta elaborada por Centro Regional Ceres y la Escuela de Arquitectura y Diseño (EAD) de la PUCV. Una colaboración que asertivamente pone en valor un producto que, a la fecha, sigue siendo desechado, convirtiéndose en uno de los grandes problemas de la agricultura.
Para Consuelo Pulgar, este proyecto da continuidad a su tesis de pregrado. Eso significó, no solo compartir una serie de técnicas de tejido, sino también construir aplicaciones funcionales para el entorno de los adultos mayores. De esta manera, el resultado tangible de la iniciativa se materializa en un sombreadero fabricado colaborativamente y ubicado en un espacio común.
“Fue un desafío interesante, porque implicó repensar el proyecto y cambiar el paradigma. Esta iniciativa se centra en las y los usuarios, los que, inicialmente, eran agricultores, con el propósito de educarlos sobre el valor del plástico. Luego, al integrar a los adultos mayores, el objetivo cambia hacia la creación de objetos, entendiéndose que cada grupo tiene un ritmo, necesidades y limitaciones distintas”, profundiza la diseñadora.
Andrea Flores, socióloga e investigadora de Centro Ceres, analiza este escenario como una oportunidad. La profesional visualiza, en primer lugar, aportar en la solución para reducir el volumen de desechos plásticos generados por la producción agrícola y, en paralelo, entregar capacidad a personas de la sociedad que “tienen ganas de insertarse en circuitos económicos, ya sea, a través del desarrollo de productos susceptibles de venderse o retornándolos a la agricultura”.
Una acción que, en el marco de la Estrategia Agroalimentaria de Quillota, permite consolidar la transición hacia un sistema agroalimentario más local, consciente y sostenible. Una tarea que, apoyada por la Fundación Banamor, a través del CEAM Hermano Miguel contribuye en varias dimensiones, entre ellas, concientizar a la comunidad sobre la gestión de residuos, generar cohesión grupal y espacios de aprendizaje participativo. Así lo confirma Jocelyn Navarro, coordinadora de CEAM Hermano Miguel, al comentar que “fue totalmente beneficioso para nuestros usuarios, se sintieron innovadores, y ya se están preparando para vender sus cestas”. Igualmente, la profesional destaca el fortalecimiento de funciones ejecutivas como lo son aplicar técnicas de motricidad, estimulación cognitiva, y promover la creatividad; las que potencian el envejecimiento activo, así como también la creación de vínculos intergeneracionales, gracias a la compañía de estudiantes y profesionales de Ceres, partícipes en cada encuentro.