Desde el 2016, investigadores de centro Ceres han buscado mejorar las condiciones de cultivo del Chirimoyo, logrando hoy poner a disposición de los agricultores un paquete tecnológico con el fin de evitar su desaparición.
Chile es uno de los pocos centros de producción de chirimoya (Annona cherimola Miller) del mundo, sin embargo, en los últimos 17 años una reducción progresiva en la superficie de cultivos amenaza con desaparecer su producción en la región de Valparaíso, uno de los núcleos productores de referencia a nivel nacional, que a la fecha cuenta con menos de 100 hectáreas plantadas, distribuidas en las provincias de Petorca, Quillota y Marga Marga.
Bajo estas condiciones, un equipo de investigadores del centro regional Ceres, conformado en su mayoría por ingenieros agrónomos, inició en 2017 la búsqueda de alternativas de manejo que fuesen sostenibles, tanto a nivel productivo como de polinización, con apoyo de ANID (ex Conicyt) del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
“Por el trabajo que requiere el cultivo del chirimoyo, la superficie en la región ha ido disminuyendo y hoy casi se está extinguiendo, pese a ser un producto identitario y además considerado súper alimento del siglo XXI”, destaca Eduardo Gratacós, ingeniero agrónomo y director del proyecto.
En una primera parte de la investigación, el equipo fue en busca de lugares donde se produjera una fecundación natural por insectos polinizadores, obteniendo como resultado el enorme potencial que la región de Valparaíso tiene como núcleo productivo, a través de sistemas sustentables en los que se precisa la importancia de la temperatura y humedad ambiental para la productividad de esta especie, la que varía según la arquitectura de la planta y la presencia de praderas silvestres en el huerto con alta diversidad de insectos polinizadores que no utilizan pesticidas.
Esto los condujo a ganar en 2018 un segundo fondo de investigación de ANID para evaluar qué pasaba con las bandas florales en huertos convencionales a través del proyecto: “Desarrollo y validación de una solución tecnológica, basada en una estrategia de manejo de arquitectura de la planta y uso de cultivos de cobertura, para permitir la polinización natural eficiente del chirimoyo”. Esta vez, el equipo busca transferir una estrategia de manejo basada en la arquitectura de la planta y uso de cultivos de cobertura, a través del desarrollo de una solución tecnológica que otorgue buenos niveles y menor costo de producción, eliminación del uso de agroquímicos, y frutas producidas orgánicamente en suelos fértiles.
Una propuesta que se concretó en un paquete tecnológico ya disponible para ser usado, compuesto por la forma de conducir los árboles a través de la Arquitectura de Ramas Pendulares (ARP), que es de baja conducción; la forma de cultivar, que es ecológica sin químicos para que puedan estar los insectos presentes; y la presencia de bandas florales o praderas mixtas herbáceas en todos los campos, que sirven de refugio y alimentación para los insectos.
“Con esto buscamos una producción sostenible social, económica y ambientalmente, con un suelo sin pesticidas y praderas que se nutran de manera natural. Un sistema que se aproxima a una transición ambiental y más económica”, precisa Eduardo.
Los resultados obtenidos han sido aplicables a pequeños, medianos y grandes agricultores de Petorca, Quillota y Marga y Marga. Mientras que los resultados se han difundido a través de distintas actividades de transferencia del proyecto, siendo la última de estas, un Seminario Internacional titulado: Estrategias de manejo basadas en la modificación de la arquitectura de la planta y el uso de praderas florales diversas para potenciar la polinización natural y una producción sostenible en chirimoyos.
“Estamos en una zona mediterránea, que son escasas en el mundo, y son los pocos lugares donde se puede cultivar chirimoyas. La región de Valparaíso es privilegiada en este sentido, entonces hay que agregar más valor aún al producto para que se consuma en todo Chile”, manifiesta el ingeniero agrónomo.
Felizmente con los resultados obtenidos, el director del proyecto, revela que “Lo que nos gustaría ahora es que, a través de políticas públicas, INDAP por ejemplo, tenga algunos servicios de subsidios en apoyo a los pequeños y medianos agricultores del chirimoyo para que pueden producir, ya que el proceso es de al menos cuatro años. La chirimoya tiene un gran potencial económico y ojalá, a través de cooperativas de agricultores, se pueda potenciar la venta y presentación de este importante producto patrimonial”.
Tanto las actividades de transferencia como los resultados de investigación estarán prontamente disponibles en el canal de YouTube del centro regional Ceres y su respectivo sitio web.