Lilian Vásquez fue seleccionada como lidereza para el Núcleo de Aprendizaje Participativo (NAP) asentado en Algarrobo. Allí vive con su familia hace cuatro años, donde encontró un lugar donde concretar sus sueños. Hoy, en la búsqueda de la independencia económica, sabe que su proyecto apunta hacia la sustentabilidad con la producción de alimentos sanos y limpios.

“Pasaron 28 años y logramos tener este espacio. Yo era la única de mi familia que tenía la decisión de migrar de la ciudad. Un tío me decía que mi abuelita era del campo, tenía gallinas, igual que yo hoy en día. Yo creo que heredé de ella mis ganas de vivir de la tierra”, cuenta Lilian.

En el marco del proyecto CONICYT I+D “Reducción de la incidencia y severidad del daño causado por enfermedades en hortalizas de importancia regional mediante interacciones benéficas entre especies en sistemas de policultivos bajo manejo ecológico: lechuga y repollo”, centro Ceres buscó validar científicamente la eficiencia de cómo la implementación de sistemas ecológicos funcionales mejora la producción de alimentos de manera resiliente y sustentable. En paralelo, la iniciativa en su fase de transferencia consideró la creación de tres NAPs en los predios de pequeños agricultores en las comunas de Catemu, La Ligua y Algarrobo.

En cada uno de ellos, un grupo de profesionales de las ciencias sociales y agronómicas, extensionistas del centro regional, desarrollaron un trabajo de aprendizaje participativo al facilitar la adopción de principios agroecológicos. De esta manera, los agricultores que asistieran podrían intercambiar sus saberes con sus compañeros, funcionarios del Programa de Desarrollo Local (PRODESAL) e investigadores del centro regional.

Para Lilian, compartir sus experiencias fue una tarea fácil, pues los años le han dado la holgura que la llevan a convertir su predio en un faro de conocimiento. “A mí me gusta recibir a la gente, saludarlos y atenderlos. Yo no sabía nada de agricultura y acá hemos ido aprendiendo, lo he visto en los resultados. Disfruto ver que están creciendo mis plantas, es más, hace unos días me enseñaron cómo cortar las acelgas para no sacarlas. Debes empezar con las hojas de afuera, para que las de adentro vayan creciendo. Lo aprendí, lo anoté y luego lo reviso”, cuenta con gran orgullo.

La insignia de lidereza ha sido un trabajo arduo para Lilian. Ella ha asumido la consigna de educar a sus pares, reconociendo varios episodios donde ha debido explicar lo que significa que un producto sea agroecológico. “Cuando uno dice agricultura limpia, la gente lo entiende, pero si hablo de agroecología, yo creo que muchos no saben. Hay ocasiones en que las personas me preguntan si mis productos son orgánicos y les respondo, sin embargo, algunos no alcanzan a escuchar todo el mensaje cuando ya se han marchado”. Pese a lo anterior, se ha mantenido firme y enfatiza: “Yo me doy el trabajo de que mis productos estén limpios, de que no tengan bichos ni químicos; porque este proyecto busca que la gente no se enferme, eso es llegar a una agricultura limpia”.

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